Porqué amo los títeres
Por el poder inmenso que tienen para llegarle al corazón del niño que todos tenemos dentro, sin importar que tal lastimado pudiera estar y conmoverlo profundamente. Por eso son tan poderosos para dar mensajes, ya que pueden decir cualquier cosa sin que nadie se ofenda, sin que alcemos las defensas que quizás entrarían en acción instintivamente cuando una persona trata de darnos un mensaje.

Esto sucede porque dependiendo de las heridas emocionales y los condicionamientos de la infancia, que todos traemos en mayor o menor medida por la manera en la que hayamos sido tratados por los adultos en nuestra infancia, y que a veces pueden ser recuerdos muy dolorosos, porque quizás los mensajes que recibimos no fueron muy amorosos y quizás fueron inclusive violentos.
 
Esto hace que las personas tengamos reacciones diferentes cuando vemos mensajes en la televisión del tipo: “no desperdicies el agua”, “pórtate bien”,” “obedece a tus papás”, “pórtate bien en la escuela”. Nuestra reacción a todos esos mensajes en que nos dicen que actuemos de una manera o de otra, o que esto bueno y lo otro es malo, puede detonar recuerdos y defensas, que dependen muchísimo de la historia personal de cada uno nosotros, de la manera en la que nos educaron, si fuimos educados amorosamente, o maltratados y con violencia. Esto hace que automáticamente mucha gente saque sus defensas y entonces en vez de recibir el mensaje, de abrirnos al mensaje nos cerramos y lo rechazamos. Es una cuestión de psicología elemental.
 
De ahí el poder mágico de los títeres quizás porque el títere le llega a ese niño que todos tenemos dentro y cuando un títere te habla te regresa a esa magia de la infancia, aunque quizás tu infancia no haya sido tan mágica, sino bastante dramática y triste. Pero de cualquier manera te pueden abrir el corazón.
 
Recuerdo dos historias que me impactaron que me contaron amigos titiriteros. Uno de ellos estaba dando una función en una escuela, en un día especial en que los niños estaban acompañados por sus padres. Estaba dando la función que solía presentar de esas en las que un títere le pega a otro. Me parece recordar que era un payasito que le pegaba una niña. Todos los niños se rieron de la ocurrencia salvo una niña, que empezó a gritar y a llorar aterrada. Sus gritos eran tales, que tuvieron que detener la función para atender a la niña.
 
El titiritero se le acercó con sus títeres en la mano para enseñarle que eran tan sólo unos muñecos. Mientras la mamá le decía: ¡Mira hijita son sólo unos títeres! Su niña la miro entre lágrimas y le dijo:” que no te das cuenta mamá de que eso es lo que te hace mi papá?” Su madre rompió a llorar desconsoladamente mientras el padre no sabía en donde esconderse.
Los títeres habían hecho que esa niña expusiera la tragedia que vivía en su propia casa.

Por eso mismo los títeres son una herramienta frecuentemente utilizada por los psicólogos que trabajan con niños que han padecido abuso, porque los niños se abren a contarle al títere cosas que quizás no se atreverían a contarle una persona.
 
Recuerdo otra historia de un grupo de titiriteros que estaban dando una función en una comunidad rural. Ya habían terminado la función Y de repente uno de los titiriteros escucho que alguien hablaba en donde estaban colgados los títeres atrás del escenario. Se acercó Y para su sorpresa se encontró a un campesino que estaba hablando con los títeres Y les contaba todas sus penas y sus tristezas.

¡Por eso los títeres son mágicos! Y es precisamente esta cualidad, la que podemos aprovechar para darles mensajes a las personas de todas las edades porque todas las personas le abrimos el corazón a los títeres, hasta la más cerrada, la más desconfiada, la más adolorida y la más lastimada. Por eso todas las personas le abren las puertas de su corazón de niño a los títeres.




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