Las experiencias de nuestra infancia pueden determinar nuestra vida adulta, especialmente si no somos conscientes de esa historia y sus efectos en nuestra vida.
Es más fácil prevenir la violencia en la infancia, que arreglar a un adulto roto por el dolor no resuelto.
Cuando entendemos nuestras raices y nuestra historia, podemos crear raices amorosas en nuestros hijos.